martes, 26 de marzo de 2013

Llenarse de tierra las manos


"Viento que partes los rumbos, hazme camino
Luna que inicias suspiros, lava mis manos
Sol que acaricias corazones, sumérgeme
Tierra que acaricias raíces, enrédame en tu fuerza
Noche que ladras a la luz, aviéntame
Mar que limpias almas, ahógame"

(Enrique Servin)

Camino entre los árboles para llorar y tenerlos de testigos, vengo al sendero a que me acaricie el viento, a enlodarme los pies, a que me abrace el sol y me canten las ramas, me dejo caer vencida y entierro las manos en la tierra.



Una corriente eléctrica me recorre los dedos, los brazos, se estaciona en el pecho y estalla en todas direcciones, aprieto los puños para aferrarme, la tierra seca me raspa, me lastima, me quema...sigo hundiendo las manos y la tierra húmeda me envuelve, me refresca, me cura.


De rodillas sobre la tierra, con la tierra hasta los codos, siento como me recorre la electricidad de la tierra, la siento latir en todo mi cuerpo, lloro sin censura y me acompañan los árboles cantando una melodía que entiendo pero no puedo cantar, se me enchina la piel cuando me toca el viento y lleva mi cabello a mi rostro, trato de hundir tanto las manos que me sangran los dedos, me corto los brazos, grita mi estómago y me cubro de pequeñas perlas de sudor frío, un río subterráneo escucha mi súplica y se lleva todo lo que me duele en el pecho,  lo arrastra hasta el centro de la tierra, lo lava, lo transmuta, me lo regresa en forma de una lluvia tibia que me hace abrir los ojos y ver hacia el cielo.

Mi madre, la tierra me abraza tan fuerte que lloro, me dejo caer de espaldas y miro mis manos pequeñas, las aprieto contra mi pecho y me siento limpia aunque este cubierta de tierra. 


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