viernes, 1 de marzo de 2013

Valiente soy

Se requiere coraje para vivir el dolor,  valiente soy...

Los cobardes viven con la cabeza, rodeados del falso y endeble halo de la razón, de los argumentos, los hechos, las pruebas, enmarcados en un mundo tridimensional que no comprender pero pretenden explicar.

Los cobardes no escuchan a su intuición, aunque ésta les grite, les acelere el corazón, les cuente historias en los sueños, les mande señales improbables.

Los cobardes no obedecen a sus sentimientos que les hablan en el lenguaje del alma, en el lenguaje del principio de los tiempos, de todas las eras, de todos los seres, el lenguaje de la tierra, del árbol, de la serpiente, del río, de la lluvia y el colibrí. 

La confusión es de los cobardes, porque han dejado de ver la verdad a su alrededor, ceguera adoptada por convicción que los encierra en una cápsula de necesidades estúpidas, de argumentos inválidos, de miedos absurdos, de rutinas insípidas, de ocupaciones sin sentido.

El valiente vive con el corazón, conectado y envuelto en la verdad, convencido de que es su ser divino e infalible el que le habla a través de su sentidos, de sus sueños, de la naturaleza. El valiente llora, ríe, danza, enfrenta el dolor, el miedo, el riesgo y los abraza, no los niega, no los esconde, los hace parte de sí y aprende.

En el camino el valiente se rodea de otros valientes y esperan pacientes, como espera la más amorosa de las madres, que sus hermanos se llenen de valor y dejen de ser cobardes.

Así que hoy, lloro, me duelo y me veo en el espejo...valiente soy y te sigo corazón a donde me lleves.

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