viernes, 1 de febrero de 2013

Apenas existo

"Tengo que empezar a escribir de nuevo" me levantó en la mañana esa voz grave que a veces escucho, creo que es la voz de alguien que conozco pero que me conoce aún más a mi.

Decidí dejar el papel a un lado, mientras me siga escondiendo del mundo no habrá nadie que lea esos papeles, probablemente tampoco haya quien lea estas líneas, pero prefiero dejarlo al azar y hacer este ejercicio de verborrea esperando que me sirva de terapia o de consuelo o de ventana al mundo exterior, además el brillo de la pantalla me seca los ojos y eso me impide llorar mientras tecleo, con la pluma no pasa lo mismo y terminan ilegibles los versos y las prosas por igual.

Hace muchos días que sentí que me arrancaron la piel, cualquier roce me arde, ando en "carne viva" tratando de esconderme del viento, del sol, de las miradas, de las preguntas, de mi misma. Creo que no conozco el dolor más intenso, pero éste se le parece bastante. Leí hace algunos años "Nación Prozac" un libro publicado en el 94 de Elizabeth Wurtzel, tengo al menos un mes sintiéndome atrapada en sus líneas sin tener que releerlas, sumergida en el estupor del ayuno y las horas sin dormir, cansada de mis intentos fallidos por entablar una conversación o leer más de un capítulo en algún libro, buscando desesperada algún distractor, químico o físico que engañe al cerebro unos minutos y calle al corazón otros tantos. 

Entiendo perfectamente que todo pasará, pero mi cuerpo no parece responder a este razonamiento, no se diga mi alma que creo me ha abandonado por que solo siento el hueco en el pecho en donde solía alojarse la mayor parte del tiempo, y mi mente que es la única que se quedo a ser testigo del desastre porque le encanta la fantasía y el drama y buscar explicaciones a las preguntas que no puedo contestarme, esa es mi única compañera en este viaje, mi mente confundida y golpeada, la que escribe estas líneas, la que me mantiene soñando despierta con todas las posibilidades y los escenarios más probables, mi mente que creí tan poderosa y ahora se esconde temblorosa como cachorrito maltratado detrás del miedo y se ha ciclado en una sola respuesta a todos los estímulos: el llanto.

Este es mi momento más oscuro, justo a diez días de cumplir 33 años, mi mente ha escrito estas líneas como parte de su estrategia para recuperar el control de mi cuerpo y encontrar de nuevo paz para que regrese mi alma a hacerle compañía, estas líneas son el principio de la tinta virtual que se derrama sobre el tablero del juego en el que he apostado mi vida, todo esta en la línea, ¿quién paga por ver?

No hay comentarios:

Publicar un comentario