jueves, 7 de febrero de 2013

En posición fetal

Soy de nuevo como una niña: pequeñita.

Desde que me di cuenta, me sentí chiquitita, pero fue hoy que me di cuenta por qué. 

Los niños pequeños responden a todos los estímulos con solo dos opciones: o se rien o lloran, si los estímulos no son graciosos, entonces la respuesta a todo es llorar, cuando tienen hambre, cuando sienten dolor, cuando creen que se han quedado solos, cuando se sienten frustrados, cuando tienen sueño; no me ha pasado nada gracioso hace mucho tiempo, por eso no me río.

Los niños pequeños casi nunca se dan cuenta si les mienten, y cuando se dan cuenta su dolor es tan profundo que nunca te vuelven a ver igual y por eso a partir de ese momento te preguntan lo mismo muchas veces, para sentirse seguros. Yo sigo pensando que no me mientes.

Los niños pequeños solo viven el ahora, no les importa si "todo se va a solucionar",  si "las cosas pasan por algo", si "se te va pasar", si "No era para ti" o el "tiempo lo cura todo", si les duele en ese momento lloran, gritan, patalean, y no tímidamente, sino hasta enrojecerse, toser, vomitar, desfigurarse, rendirse y al final olvidar a la fuente del dolor.

Soy como niña pequeña y si todo el tiempo me siento triste, no sonreiré y si todo el tiempo me da miedo, me mantendré escondida, y si todo el tiempo me duele, no pararé de llorar, y si no puedo pensar en otra cosa y la esperanza y el optimismo no están aún mi vocabulario, entonces no me resistiré, como agua fluyo en mi infantil y auténtica depresión, y cuando me rinda entonces volveré a pensar en el futuro, hacer planes y leer cosas positivas y motivantes, y dejaré de sentirme chiquitita.

Soy de nuevo como una niña: pequeñita.

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