jueves, 21 de febrero de 2013

Me abrazaste árbol

Testigo silente, desde mi ventana te vi morir y renacer lento, muy lento mientras te abrazaba...

Nunca estás inmóvil, jamás en silencio, me miras tierno a todas horas, mientras no duermo, mientras lloro, mientras me sangran las manos, mientras escribo, mientras hago oración, mientras me ahogo en gritos, mientras se cae mi pelo, mientras se marcan las horas en mi piel.

Desde la tierra, pareces muerto, igual que yo...triste, duro, opaco. Desde arriba, de mi ventana, se ven tus retoños necios queriendo devolverte la vida, te ves esperanzado, suave, brillante, aferrado a no dejarte apagar por el frío impasible y el viento violento, se que me hablas y te escucho, pero no puedo aferrarme ya a nada, no puedo ser como tú, árbol y me mezo a tu mismo ritmo abrazada a mi almohada, en esta prisión acolchonada de la que tengo que escapar cada mañana.

Quiero despertar como tú, quiero tomar del agua de la vida y volverme verde, quiero enraizarme a la tierra y dejar de vivir mareada, dejar de temblar, aguantar de pie los días y las horas, volverme valiente y cantar con el viento sin que éste me derrumbe, fuí hasta ti y te abracé en silencio, te pedí ayuda, te escuche latir, llore aferrada hasta que se abrió mi piel por el frío y el viento, hasta que se abrieron mis labios y me llene la boca de sangre y lágrimas, ¡enséñame árbol, háblame, dime cómo, dime hasta cuando!

Caí de rodillas sin soltarte, sin poder gritar mi dolor, sin poder tomar ni una sola bocanada de aire...y me abrazaste árbol, me abrazaste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario