sábado, 23 de febrero de 2013

Muerte a la Puerta

En esta puerta no hay cerradura, no hay timbre, siempre esta entreabierta...

En esta casa, en el fondo del bosque, no se respira aire fresco, el aire siempre esta frío, húmedo, viejo, el sol no se ha visto desde hace meses, nada crece en los alrededores, lodo, rocas, todas vivas, ocupan el lugar del  camino que nos llevaba a la salida.

Las paredes lloran gotas de una humedad permanente, mientra las ventanas se han nublado para no permitir ver hacia afuera, no hay platos sobre la mesa, solo tazas, y la tetera sobre le fogón, cobijas, almohadones, toallas, la cama deshecha, el techo impaciente.

Si estás dormido escuchas los sonidos del bosque a lo lejos, los insectos bajo las grietas, las aves dormidas, los fantasmas tras las cortinas, si estás despierto solo hay silencio, estás presente y viviendo en tu casa gris, de madera vieja, con olor a cera y a tinta, a té y a rosas secas.

Alguien está en la puerta, es hermosa y te sonríe descarada, viene de gala, de muchos colores, entra sin permiso y te coquetea, te canta canciones, te sirve una copa, se sienta en tus piernas, se acurruca en tu pecho, te invita a la cama, duerme contigo, te prepara una taza de té, te dice que es tiempo de irse pero que quiere irse contigo.

Las sigues por que esté llena de flores, porque sus ojos brillan como velas en la noche, porque huele a cempazuchitl, y va dejando un camino de sal mientras camina, porque te ha tomado de la mano y no quieres dejarla ir.

Es la muerte que está en la puerta, no vino a quedarse, es amor de una noche, tentación permanente

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